Ana Cantos y Ramón Puig nos remiten desde Barcelona este resumen de la conferencia pronunciada por nuestro querido amigo Emilio Carrillo el pasado 9 de octubre en Lleida.
La dinámica consciencial: la co-creación de la realidad.
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Armando-Cayetano Gutiérrez Rabadán. Istanbul 2011 | |
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Retomando
lo recogido por escuelas espirituales de todos los tiempos y culturas y por las
últimas innovaciones y aportaciones científicas proporcionadas por la Teoría de los Universos y
Multiversos Paralelos, las Realidades Supersimétricas y la Teoría del Principio
Holográfico, se puede constatar que la consciencia se expande ondular y
fractalmente en el contexto de un proceso de preguntas y opciones en el que
tomar consciencia no es hallar respuestas, sino formular preguntas. Y las
preguntas no tienen una respuesta concreta, sino que abren opciones que
conducen a nuevas preguntas.
La
dinámica consciencial planteada en párrafo anterior puede ser sintetizada en
los puntos o fases siguientes:
1º) En cada momento presente y con un determinado estado de
consciencia (visión y comprensión de la vida y del mundo, escala de valores,
prioridades y preferencias, pautas vitales,…) asociado a una frecuencia
vibracional concreta, cada persona vive múltiples experiencias cotidianas que
le llevan a formularse preguntas. Hacernos las mismas representa la toma de
consciencia.
2º) Las preguntas que nos planteamos no tienen una respuesta, sino
que abren un abanico o haz de opciones conformado por todas las respuestas
posibles. Cada una de las opciones tiene su propio perfil y su propia cualidad
vibracional.
3º) Entre las diversas opciones, “traemos” a la realidad aquella
que por su gradación vibracional sintoniza con la frecuencia vibratoria de
nuestra consciencia. En la realidad física, que es “cuántica” y “subcuántica”,
todas las opciones acontecen a la vez (Universos y Multiversos Paralelos y
Realidades Supersimétricas), pero en la medida que nuestro estado consciencial
resuena con una concreta y se decanta por ella, ésta es la que experienciamos
consciencialmente (en el “interior”) y moldea holográficamente (Teoría del
Principio Holográfico, de la que el holandés Gerard ´t Hooft, Premio Nobel de
Física en 1999, es uno de los mayores exponentes) lo que nuestros sentidos
físicos perciben como realidad (“exterior”) en Tercera Dimensión.
4º) Las opciones que se “traen” a la realidad permiten vivir
nuevas experiencias que pueden ir modificando nuestro estado consciencial y
derivarán en nuevas tomas de consciencia y nuevas preguntas, poniéndose otra
vez en marcha y repitiéndose el proceso descrito. Es así como la consciencia se
expande y va cambiando su frecuencia vibracional, con lo que varían, al
unísono, las prioridades y las preferencias (sintonías) por unas u otras
opciones.
De
lo enunciado se deduce que cada persona es co-creadora de la “realidad”
exterior. Una Co-Creación que ostenta las siguientes características básicas:
- Genera impactos tanto en el momento presente como en el
desenvolvimiento del momento presente: Al “traer” a la realidad una de las
opciones se producen efectos tanto inmediatos (lo que específicamente “traemos”
a la realidad en el momento presente) como una secuencia de causa-efectos (como
si se tratase de fichas de dominó que se golpean encadenada y sucesivamente) a
corto, medio y largo plazo (también en la cadena de vidas o reencarnaciones)
cuya frecuencia vibratoria y perfil (Amor, Armonía,… o todo lo contario) será
el mismo que el de la opción adoptada (en el saber popular hay diversas
sentencias y aforismo que lo resumen con claridad: <<se recoge lo que se
siembra>>; <<quien siembra vientos, recoge tempestades>>;…).
Así, los impactos inmediatos de las opciones plasmadas en la realidad y los que
se darán a partir de ellas en la dinámica causa-efectos configuran la realidad
y la vida de cada ser humano, que por esto es responsabilidad de uno mismo al
100 por 100. Una conclusión que estando presente en la definición actual de la Ecuación de la Decisión coincide
plenamente con lo indicado por antiguas culturas y escuelas espirituales
(verbigracia, la que subyace en esa práctica milenaria de las islas del
Pacífico y los Mares del Sur conocida como Ho´ponopono).
- Es individual, a la par que colectiva: Cada cual “trae” a la
realidad sus opciones conscienciales, aunque en interacción con los demás. Y
los demás también crean, cada persona lo hace, “su” propia realidad. De este
modo, la “realidad compartida” y conformada entre todos constituye una colosal
Matriz Holográfica.
- Provoca una amplia batería de Intersecciones Conscienciales: Los
seres humanos nos relacionamos en mayor medida con congéneres que, por sus
propias opciones conscienciales, generan una realidad que resulta más necesaria
–sea por que apoya de manera directa la nuestra o porque al oponerse
aparentemente a la misma la apoya de manera indirecta- para que nuestra realidad
se plasme de manera efectiva, compartiendo así espacios de realidad co-creada.
En cambio, interactuaremos menos con personas que estén creando realidades
menos necesarias, en el doble sentido apuntado, para la implementación de la
nuestra. No obstante, que los siete mil millones de seres humanos convivamos en
la misma Matriz Holográfica significa que, por imposible que parezca, entre
todos hay un mínimo de Intersección Consciencial.
- Las Intersecciones Conscienciales son el fundamento y la razón de
ser de lo que diversas escuelas espirituales denominan Ley de Atracción. Y en
la mida que nuestro estado consciencial se va modificando, se intensificarán o
minorarán las intersecciones conscienciales con unas u otras personas y
situaciones.
Tiempo de Evolución: el Cambio interior transforma el mundo
exterior.
Mediante
la dinámica consciencial descrita y a lo largo de cadenas de vidas físicas que
en su conjunto suman miles y miles de años de duración, cada ser humano, en
particular, y la humanidad, en su globalidad, han ido expandiendo su
consciencia. Y esta expansión ha provocado modificaciones graduales en la
realidad co-creada y en la Matriz Holográfica hasta llegar a un momento
clave, precisamente la época actual, en el que la raza humana ha realizado y
comenzado a socializar e interiorizar un hallazgo que hay que incluir entre los
más importantes y trascendentes de los llevados a cabo por el “homo sapiens”.
Nos referimos al descubrimiento, más notable y valioso que el del fuego o la
rueda, de que la realidad exterior, la percibida por sentidos físicos, depende
y está en función de la realidad interior.
Durante
milenios, los hombres y mujeres han intentado cambiar y mejorar el mundo
exterior desde el exterior. Cuántas revoluciones, por ejemplo, se han dirigido
a ello a lo largo de la historia de la humanidad y de una punta a otra del
planeta. Y cuántas personas han dado lo mejor de sí, hasta la misma vida, en
pro de ese cambio exterior desde el exterior (transformaciones políticas,
institucionales, económicas, sociales,…). Sin embargo, el mundo exterior, en lo
sustancial, no ha mutado y en la actualidad una inmensa mayoría de seres
humanos desean un mundo distinto sin las injusticias, miserias, violencias y
dolores que se acumulan por doquier.
Pero
hoy sabemos, por fin y tal como se ha constatado en los párrafos anteriores,
que es desde nuestro interior (estado consciencial) desde donde creamos,
moldeamos y generamos la realidad exterior, en general, y nuestra propia vida,
en particular. Por lo que el cambio del mundo exterior no puede hacerse desde
el exterior, sino desde el interior. El cambio, pues es una ventana que se abre
desde el interior y se necesitan ojos nuevos para un nuevo mundo.
Este
descubrimiento ha abierto las puertas a la posibilidad de un gran cambio, a
modo de salto dimensional, por encima y más allá de los límites por los que la Matriz Holográfica
ha venido hasta ahora desenvolviéndose. Su envergadura es tal que puede hablarse
de un salto dimensional propiciado por todos los seres humanos que desde su
interior decidan hacer sus sueños realidad en la consciencia de su capacidad
creadora.
Además,
este proceso de expansión consciencial de la humanidad coincide en el momento
presente con un ciclo de carácter cosmogónico que puede ser calificado de
auténtica <<Primavera Consciencial>>. Se trata exactamente de lo
anunciado por antiguas culturas como la maya, con su famoso 2012. Al igual que
hay ciclos de corta duración que, por ello, forman parte de nuestra
cotidianeidad (día y noches, las cuatro estaciones anuales,…), en la Naturaleza y en el
Cosmos hay otros ciclos cuyo curso y discurrir se mide por miles y miles de
años. Y el momento presente puede ser en este sentido descrito como de entrada
en proceso o estación de Primavera Consciencial. Una Primavera que, siendo
energéticamente y vibracionalmente impulsada desde el Centro
Galáctico, repercute en un buen número de sistemas solares, el nuestro entre
ellos, afectando al Sol y, por reverberación en él, a todo el conjunto de
planetas que lo circundan y, por supuesto, a la Tierra.
La
entrada en la reiterada Primavera Consciencial acontecerá entre el solsticio de
invierno de 2012 y el equinoccio de primavera de 2013, si bien, como ocurre con
la primavera anual, sus impactos podrán ser sentidos antes de la fecha
“oficial” –de hecho, ya están siendo sentidos por la Madre Tierra y por
millones de seres humanos- y, pasada ésta, aún habrá momentos en los que el
invierno vuelvo a dar la cara. No obstante, a partir de 2013 la dinámica de
crecimiento consciencial (vibracional, electromagnético, espiritual,...) será
cada más evidente y patente, actuando como una especie de vitaminas energéticas
que llegarán a los hombres y mujeres, tal como se acaba de reseñar, en un
momento crucial en el que la humanidad, por sí misma, también se halla en
proceso de despertar consciencial.
La
coincidencia de ambas circunstancias –el despertar consciencial de la humanidad
y la Primavera
Consciencial cosmogónica- dista mucho de ser casual y forma
parte del devenir natural de esa espectacular Naturaleza que es la Creación en su conjunto.
La interacción entre las dos multiplicará exponencialmente sus respectivos
impactos hasta llevar a la
Tierra y a la humanidad a un Tiempo de Evolución. Sus efectos
serán irán acelerando hasta llegar a un momento en el que el viejo mundo no
será reconocible. Es algo que cualquiera puede ya presentir a su alrededor por
todos los lugares, en todos los países y en todas las situaciones. Esta
Evolución representa y manifiesta el despertar del Corazón humano y de nuestro
ser interior. Y se plasma especialmente en la interiorización de que el
verdadero cambio no es el exterior, como durante milenios la humanidad ha
venido creyendo, sino interior, pues será el cambio interior lo que transforme,
lo está empezando a hacer ya, el mundo exterior. En última instancia
y en lo que en términos humanos llamamos largo plazo, todo ello desembocará en
un verdadero salto dimensional: el surgimiento de una nueva una Nueva Tierra y
una Nuva Humanidad.
Estamos,
por tanto ante una Evolución, no ante una revolución. Es verdad que habrá
movilizaciones y revoluciones externas, pero serán aunque señal de la efervescencia
de la energía del cambio interior impulsado desde el Corazón de cientos de
millones de hombres y mujeres. Toda revolución en el plano humano y material
(exterior) se mueve en la dualidad y aunque parezca que puede producir algún
cambio, no puede producir realmente ninguno y está llamada siempre a desembocar
en el conflicto, la confusión y la lucha. Aunque sean señales y manifestaciones
del movimiento interno de la energía y la consciencia, tarde o temprano
desembocan en la manifestación de los opuestos y en la contaminación de su
impulso puro inicial.
La
auténtica revolución es la
Evolución interna, la del despertar de la Conciencia en cada cual
y del Amor en el Corazón. Abracemos esa verdadera revolución y agradezcamos
también sus manifestaciones externas, pero no nos dejemos engañar y atrapar por
la ilusión de la lucha contra lo exterior para cambiar nada. Que cada cual
actúe como considere oportuno, pero siempre oyendo a su Corazón, esa parte de
cada uno que nunca llevará por los caminos de la guerra y la desesperación.
Desde ahí todo será diferente. Por tanto, no hay que enfrentarse con nada ni a
nada, sino hacer lo que hay que hacer en armonía con el Corazón: crear lo
nuevo, no luchar contra lo viejo; Evolución, no revolución.
Buscamos otros mundos, pero
queremos que sean reflejos de éste. Pero el “Reino de Dios”, “el Cielo en la Tierra ”, no es el mundo de
nadie (de ninguna persona, grupo o visión; no se ajusta a ninguna percepción
consciencial); ni puede ser contemplado bajo los parámetros de este plano o
dimensión; ni, por supuesto, surgirá de la reforma o mejora del actual.
El “Reino de Dios”
es un vino nuevo que precisa un odre nuevo. Y éste sólo puede configurarse
desde el interior. El cambio es una ventana que se abre desde el interior. Y la
llave es el vaciamiento de todo lo que no sea simplemente Amor. Un Amor pleno
de Armonía y Aceptación y que sabe que Todo es Uno y Todo es Perfecto.