Las últimas intervenciones de Emilio Carrillo, de las que se ha hecho eco este blog, suscitan una serie de preguntas que pueden contestarse con la lectura de este nuevo post publicado en su blog "El Cielo en la Tierra". A mi me ha aclarado muchas dudas y espero que a vosotros también. No tengo la menor duda de que así será.
Estado de consciencia.
Cada ser humano y en cada momento de su
vida se halla con un estado de consciencia determinado. El estado de
consciencia es la forma en la que se uno ve a sí mismo y contempla, entiende e
interpreta la vida, la muerte, el mundo y todo lo que le rodea, así como la
escala de valores, las pautas vitales y las prioridades y preferencias con las
que experiencia la vida cotidiana.
Así, por poner dos ejemplos extremos, si
el estado de consciencia está lleno de armonía, amor y alegría, uno se verá a
sí mismo, al mundo y a los demás de manera muy distinta al supuesto de que el
estado de consciencia sea de desarmonía, desamor y tristeza. En el primer caso,
el ser que cada uno somos se encontrará alienado con la vida, que será
percibida como algo maravilloso; en el segundo, en cambio, se vivirá en
“des-alineamiento” con la vida, considerándolo como una especie de castigo y
manteniéndose peleado con ella y con uno mismo.
Usando terminología científica, cada
estado consciencial tiene su propia frecuencia vibracional y evidencia como
vibramos, cada cual y en cada momento, interiormente. Y sintonizamos con
nosotros mismos y con la vida en su
conjunto de forma muy diversa en función de la frecuencia vibracional asociada
a nuestro estado consciencial.
Y el estado consciencial no siempre el
mismo o, al menos, no tiene que serlo. La experiencia humana pone de manifiesto
que con el devenir de los años vamos observando, mirando y entendiendo al mundo
y a nosotros mismos de maneras diferentes, es decir, desde distintos estados de
consciencia, cada uno con su correspondiente frecuencia vibracional. Esto se
debe a que en cada estado de consciencia concreto vivimos experiencias que
tienden a ir modificando nuestra visión de las cosas y a transformar nuestro
estado consciencia y, por ende, la frecuencia con la que vibramos.
Curiosamente, uno mismo, los otros y el mundo no serán en sentido estricto
diferentes, pero en función del estado de consciencia los veremos de modo muy
distinto.
De hecho, antes de nacer en cada vida
física, tenemos un estado de consciencia resultado de las existencias y experiencias
de vidas anteriores. El cuerpo y el entorno (el “yo y mis circunstancias” de
Ortega y Gasset) en el que volvemos a nacer contará con el perfil energético y
vibratorio pertinente para, a partir de ese grado de consciencia, desarrollar
nuevas experiencias que nos posibilitan el aumento del grado de consciencia,
accediendo a un nuevo estado de consciencia. Tras ello, desplegaremos nuevas
experiencias que nos permitirán incrementar otra vez el grado de consciencia.
Durante una misma vida física, este proceso se puede repetir “n” veces, sin que
exista una regla fija, pues depende de cada uno y su respectiva toma de
consciencia. Como consecuencia de todo
ello, en el momento concreto de la transición que erróneamente llamamos
“muerte” disfrutaremos de un determinado estado de consciencia, con su
correspondiente gradación o frecuencia vibracional. Éste será el punto de
partida en nuestra siguiente vida física y definirá el perfil del cuerpo y el
entorno en el que nos volvemos a encarnar.
La base del cambio se encuentra, por
tanto, en el estado de consciencia, que es puramente interior. Sin embargo,
solemos creer que el mundo exterior se cambia desde el exterior. Comprender la
falacia de esto e interiorizar la dimensión interior del cambio representa una
nueva visión y plasma el despertar consciencial.
Expansión de la consciencia y dinámica
consciencial.
Más allá de los falaces dualismos que
abundan en Tercera Dimensión, no hay dicotomías entre Ciencia y Espiritualidad,
que realmente son como la letra y la música de una misma y hermosa canción que
armónicamente nos revela que nada está vedado o escondido, que basta con mirar
para poder “ver”. De hecho, cada vez son más numerosas las manifestaciones de
esta íntima interconexión entre Espiritualidad y Ciencia.
Un bello y potente exponente al respecto
lo constituye todo lo relacionado con la consciencia, en general, y con la toma
de consciencia, su expansión y la denominada Ecuación de la Decisión , en particular.
Son temas a los que muchas corrientes espirituales han prestado secularmente
gran atención y a los que la ciencia está dando en la actualidad gran
importancia de la mano de la
Teoría de los Universos y Multiversos Paralelos, las
Realidades Supersimétricas, la
Ecuación de la
Decisión y la
Teoría del Principio Holográfico.
Retomando lo recogido por escuelas
espirituales de todos los tiempos y culturas y por las últimas innovaciones y
aportaciones científicas en los campos reseñados, se puede constatar que la
consciencia se expande ondular y fractalmente en el contexto de un proceso de preguntas
y opciones en el que tomar consciencia no es hallar respuestas, sino formular
preguntas. Y las preguntas no tienen una respuesta concreta, sino que abren
opciones que conducen a nuevas preguntas.
La dinámica consciencial planteada en
párrafo anterior puede ser sintetizada en los puntos o fases siguientes:
1º) En cada momento presente y con un
determinado estado de consciencia (visión y comprensión de la vida y del mundo,
escala de valores, prioridades y preferencias, pautas vitales,…) asociado a una
frecuencia vibracional concreta, cada persona vive múltiples experiencias
cotidianas que le llevan a formularse preguntas. Hacernos las mismas representa
la toma de consciencia.
2º) Las preguntas que nos planteamos no
tienen una respuesta, sino que abren un abanico o haz de opciones conformado
por todas las respuestas posibles. Cada una de las opciones tiene su propio
perfil y su propia cualidad vibracional.
3º) Entre las diversas opciones,
“traemos” a la realidad aquella que por su gradación vibracional sintoniza con
la frecuencia vibratoria de nuestra consciencia. En la realidad física, que es
“cuántica” y “subcuántica”, todas las opciones acontecen a la vez (Multiversos
y Universos Paralelos y Realidades Supersimétricas) y crean escenarios vitales
distintos entre sí en planos diferentes de realidad, que, no obstante, a corto,
medio y largo plazo, sea en esta vida física o en otras, tienden siempre hacia
la convergencia consciencial en un escenario y estado de consciencia común.
Pero en la medida que nuestro estado consciencial resuena con una concreta y se
decanta por ella, ésta es la que experienciamos consciencialmente (en el
“interior”) y moldea holográficamente (Teoría del Principio Holográfico, de la
que el holandés Gerard ´t Hooft, Premio Nobel de Física en 1999, es uno de los
mayores exponentes) lo que nuestros sentidos físicos perciben como realidad
(“exterior”) en Tercera Dimensión.
4º) Las opciones que se “traen” a la
realidad permiten vivir nuevas experiencias que pueden ir modificando nuestro
estado consciencial y derivarán en nuevas tomas de consciencia y nuevas
preguntas, poniéndose otra vez en marcha y repitiéndose el proceso descrito. Es
así como la consciencia se expande y va cambiando su frecuencia vibracional,
con lo que varían, al unísono, las prioridades y las preferencias (sintonías)
por unas u otras opciones.
5º) La expansión de la consciencia
representa, por tanto, un avance por distintos estados de consciencia, cada uno
de ellos con una frecuencia vibracional mayor que el anterior. Pero dentro de
esta tendencia general de crecimiento vibracional, la consciencia se expande
ondular y fractalmente (ondas que fluyen cual campanas de Gauss), por lo que,
con independencia del estado de consciencia concreto, se viven lo que San Juan
de la Cruz
denominó “noches oscuras”. Hay que aceptarlas como lo que son: el invierno que
precede a la primavera, la noche que es antesala del amanecer. Y comprender que
la noche es guía y espoleta en el proceso consciencial (“¡oh noche que
guiaste”, escribe san Juan de la
Cruz en su poema Noche
oscura). Tal aceptación y comprensión hace que el tramo de inflexión y
caída de la “campana ondular” se reduzca tanto en intensidad como en duración
(La expansión ondular natural, aunque desde la perspectiva de la Tercera Dimensión ,
tan marcada por los dualismos, pueda ser contemplada como fases de “luz” y
fases de “oscuridad”. Lo cierto es que ésta últimas permiten plasmar en una
realidad más densa el potencial adquirido en las fases denominadas de “luz” y
son la antesala de éstas).
Co-Creación: sus características básicas.
De lo enunciado se deduce que cada
persona es co-creadora de la “realidad” exterior. Una Co-Creación que ostenta
las siguientes características básicas:
+Genera impactos tanto en el momento
presente como en el desenvolvimiento del momento presente: Al “traer” a la
realidad una de las opciones se producen efectos tanto inmediatos (lo que
específicamente “traemos” a la realidad en el momento presente) como una
secuencia de causa-efectos (como si se tratase de fichas de dominó que se
golpean encadenada y sucesivamente) a corto, medio y largo plazo (también en la
cadena de vidas o reencarnaciones) cuya frecuencia vibratoria y perfil (Amor,
Armonía,… o todo lo contario) será el mismo que el de la opción adoptada (en el
saber popular hay diversas sentencias y aforismo que lo resumen con claridad:
“se recoge lo que se siembra”; “quien siembra vientos, recoge tempestades”;…).
Así, los impactos inmediatos de las opciones plasmadas en la realidad y los que
se darán a partir de ellas en la dinámica causa-efectos configuran la realidad
y la vida de cada ser humano, que por esto es responsabilidad de uno mismo al
100 por 100. Una conclusión que estando presente en la definición actual de la Ecuación de la Decisión coincide plenamente
con lo indicado por antiguas culturas y escuelas espirituales (verbigracia, la
que subyace en esa práctica milenaria de las islas del Pacífico y los Mares del
Sur conocida como Ho´oponopono, que será abordada en los últimos epígrafes del
siguiente capítulo).
+Es individual, a la par que colectiva:
Cada cual “trae” a la realidad sus opciones conscienciales, aunque en
interacción con los demás. Y los demás también crean, cada persona lo hace,
“su” propia realidad. De este modo, la “realidad compartida” y conformada entre
todos constituye una colosal Matriz Holográfica.
+Provoca una amplia batería de
Intersecciones Conscienciales: Los seres humanos nos relacionamos en mayor
medida con congéneres que, por sus propias opciones conscienciales, generan una
realidad que resulta más necesaria –sea por que apoya de manera directa la
nuestra o porque al oponerse aparentemente a la misma la apoya de manera
indirecta- para que nuestra realidad se plasme de manera efectiva, compartiendo
así espacios de realidad co-creada. En cambio, interactuaremos menos con
personas que estén creando realidades menos necesarias, en el doble sentido
apuntado, para la implementación de la nuestra. No obstante, que los siete mil
millones de seres humanos convivamos en la misma Matriz Holográfica significa
que, por imposible que parezca, entre todos hay un mínimo de Intersección
Consciencia.
+Las Intersecciones Conscienciales son el
fundamento y la razón de ser de lo que diversas escuelas espirituales denominan
Ley de Atracción. Y en la medida que nuestro estado consciencial se va
modificando, se intensificarán o minorarán las intersecciones conscienciales
con unas u otras personas y situaciones.
Despertar consciencial: Cambio Interior.
Mediante la dinámica consciencial
descrita y a lo largo de cadenas de vidas físicas que en su conjunto suman
miles y miles de años de duración, cada ser humano, en particular, y la
humanidad, en su globalidad, han ido expandiendo su consciencia. Y esta
expansión ha provocado modificaciones graduales en la realidad co-creada y en la Matriz Holográfica
hasta llegar a un momento clave, precisamente la época actual, en el que la
raza humana ha realizado y comenzado a socializar e interiorizar un hallazgo
que hay que incluir entre los más importantes y trascendentes de los llevados a
cabo por el “homo sapiens”. Nos referimos al descubrimiento, más notable y
valioso que el del fuego o la rueda, de que la realidad exterior, la percibida
por sentidos físicos, depende y está en función de la realidad interior.
A lo largo de la historia, en todas las
épocas y latitudes, multitud de seres humanos han intentado cambiar y mejorar
el mundo exterior desde el exterior. Cuántas revoluciones, por ejemplo, se han
dirigido a ello; y cuántas personas han dado lo mejor de sí, hasta la misma
vida, en pro de ese cambio exterior desde el exterior (transformaciones
políticas, institucionales, económicas, sociales,…). Sin embargo, el mundo
exterior, lejos de experimentar las transformaciones deseadas, no ha cambiado
en lo fundamental. Pero hoy sabemos, por fin y tal como se ha constatado en los
epígrafes anteriores, que es desde nuestro interior (estado consciencial) desde
donde creamos, moldeamos y generamos la realidad exterior, en general, y
nuestra propia vida, en particular. Por lo que el cambio del mundo exterior no
puede hacerse desde el exterior, sino desde el interior: se necesitan ojos
nuevos para un nuevo mundo.
Este descubrimiento ha abierto las
puertas a la posibilidad de un gran cambio, a modo de salto dimensional, por
encima y más allá de los límites por los que la Matriz Holográfica
ha venido hasta ahora desenvolviéndose. Su envergadura es tal que puede
hablarse de un salto dimensional propiciado por todos los seres humanos que
desde su interior decidan hacer sus sueños realidad en la consciencia de su
capacidad creadora. Trataremos todo en ello en capítulos posteriores de este
texto.
La desconexión de la Matriz : la “actitud” en el
Aquí y Ahora.
Así, cada vez con mayor intensidad y
claridad, se empieza a percibir que, por mucho que se avance en ella, siempre
se mantiene en el contexto y en el escenario de la Matriz Holográfica ,
como si se tratase de juego virtual donde un nivel lleva a otro, y a otro, y a
otro,… en un proceso sin fin. Y lo que el Corazón comienza a sentir de forma
creciente es una apremiante necesidad de salir de ese juego, de desconectarse
de la Matriz
Holográfica. Y no sólo eso, se desea conseguir lo que Neo
hace en la película The Matrix:
entrar y salir de ella a voluntad y, mientras se halla en su interior, no
olvidar su “irrealidad”
¿Cómo lograrlo?. La clave está en el Aquí
y Ahora, en el momento presente, ya que el Aquí y Ahora es el espacio sagrado
de libertad donde se genera la actitud ante la Vida y cada uno de sus hechos, acontecimientos,
estímulos e impulsos.
Antes los estímulos e impulsos cotidianos
del mundo exterior la clave radica en la actitud que se adopte ante ellos, pues
entre cada estímulo que se recibe y la respuesta al mismo se encuentra el
momento presente. Es en el Aquí y Ahora donde toman las decisiones en función
de las actitudes que adoptemos antes los estímulos recibidos.
Las actitudes elegidas desde la
consciencia del presente generan emociones y pensamientos, que se plasman en
acciones. Y las acciones repetidas se convierten en hábitos, que determinan
nuestro carácter, que define la visión de la vida y la muerte: el sentido que
le otorgamos a la vida y el significado que le damos y le daremos cuando
acometamos el tránsito que llamamos muerte.
De esta manera, si en nuestro espacio
sagrado de libertad, la actitud que generamos desde nuestro interior y el Aquí
y Ahora, ante cada hecho, situación o impacto de la vida cotidiana, está
presidida permanentemente por el Amor, nuestro estado de consciencia vibrará en
clave de Amor y la totalidad de las opciones que traigamos a nuestra realidad,
al holograma de cada cual, gozarán de esa vibración de Amor. Así, la realidad
que creamos desde el interior será una realidad plena de Amor, contribuyendo a
que la Matriz
Holográfica (el mundo exterior) co-creada entre todos los
seres humanos evolucione y se transforme en esa clave de Amor.
GRACIAS AMADO POR AYUDARNOS A RECORDAR, TRANSITAR DE UNA MANERA SENCILLA.FELIZ EVOLUCION
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