No sé cuántas vidas me ha costado, probablemente muchísimas y de esta existencia actual en la que me identifico con el nombre de armando, casi cincuenta años. A lo largo de todo este inmenso desierto temporal he estado buscando, muchas veces sin saber que buscaba, la razón de mi existencia y, por fin, tras un largo caminar, he descubierto que no había nada que buscar, que se trataba simplemente de recordar.
Recordar que soy mucho más que armando y los miles de nombres que me hayan puesto en vidas pasadas. Papeles y más papeles que interpreté, con mayor o menor acierto, en la matriz holográfica de esta tercera dimensión.
Recordar que formo parte del Todo y que ese Todo es suma de partes y forma parte de una suma superior. Elegí voluntariamente la experiencia de ser dual y no tener consciencia. Ha sido un largo viaje y está próximo el retorno al hogar. Estoy emocionado en la estación esperando el tren que me lleva a casa. La decisión de comprar el billete de regreso se llama coherencia.
Un buen día, despiertas y mentalmente asimilas que estamos aquí para recordar, después te haces preguntas para recordar, hasta que intuyes que no hay nada que preguntar, que se trata de vivir el aquí y el ahora con atención plena.
- ¿Y ya está?
- Sí, así se compra el billete de regreso.
Para comprar ese billete, ya supondrás que no necesitas dinero, ni aprender nada, ni siquiera desearlo. Para subir al tren solo precisas sentir con el corazón que puedes tener una nueva visión de todo lo que te rodea, que puedes vivir de otra manera, que puedes vivir sencillamente.
Cuando interiorizas todo esto, desencadenas un proceso que es el punto de inflexión que te permite pasar de la consciencia a la coherencia y un buen día le dices al cerebro que las decisiones las va a tomar el corazón. El cerebro se resistirá y hará lo imposible por impedirlo y de hecho lo impedirá muchas veces, pero el tren lentamente habrá comenzado su marcha y ya no se detendrá hasta final del trayecto.
Fluye en mi interior compartir contigo un decálogo que nos permita comprar el ansiado billete de regreso.
1. Confía en la providencia.
Confiar en la providencia es tener fe. La providencia es nuestro ser interior en acción. Todo lo que nos sucede, aunque aparentemente sea malo, responde a un plan divino y maravilloso. No tengas miedo a nada y a nadie y especialmente a la muerte. La muerte no existe, solo es un cambio de estado.
2. Dedica un tiempo cada día a orar, meditar o simplemente a guardar silencio.
Esos minutos de recogimiento nos desconectan de la matriz holográfica en la que vivimos preso y nos permite regresar a ella conscientes de que es verdad, pero no real.
3. Libérate de todas las obligaciones que no sean necesarias.
Cada uno es responsable de su vida, siendo esto así, no tiene sentido intervenir en la vida de los demás. Despréndete de tantas cargas emocionales y practica el acompañamiento como expresión de tu Amor.
No hagas del trabajo tu forma de vida, sino un trámite que debes cumplir con honestidad para procurar el sustento a los tuyos.
Dedica el tiempo que merecen tus seres queridos y amigos y comparte con ellos la alegría de vivir.
4. Procura vivir el aquí y el ahora.
El tiempo no existe. El pasado se fue y el futuro está por llegar. Solo existe el ahora. Vive conscientemente cada momento con atención plena, como lo único y más importante que debes hacer en ese instante sagrado, da igual que sea tomar un café o cepillarte los dientes. Abandona la práctica alienante de hacer más de una cosa al mismo tiempo.
5. Cubre con austeridad tus necesidades vitales.
No se trata de convertirte en un ermitaño. Compra ropa cuando necesites ropa y busca la comodidad y la calidad antes que la marca.
La diferencia entre alimentarse o comer es la que hay entre atender las necesidades de tu cuerpo o a los apegos de tu cuerpo.
No hagas acopios de comida para muchos días. Compra solo lo que necesites y a ser posible en comercios de tu entorno, a un precio justo y siempre con dinero en efectivo.
Reflexiona si te apetece comer carne después de considerar que los animales son seres vivos criados y sacrificados para tu nutrición.
Déjate acariciar unos instantes por los rayos del sol cada mañana, respirando con consciencia y bebe mucha agua a lo largo del día, quizás sea lo único que necesites para alimentarte.
Realiza tus desplazamientos cotidianos andando, en bici o si no es posible, en transporte público, mejorará tu salud y la del planeta. Imagino que tienes un coche. No te pido que lo vendas, solo que lo uses racionalmente y que no lo cambies mientras tenga vida útil. La obsolescencia programada es una forma vulgar de incitar al consumo. Si decreces, posiblemente, dejarás de tener coche.
6. Despréndete de todo tipo de bienes materiales.
Deja ya de competir contra ti y contra todos. Se acabó aquello de tener el mejor coche y la casa más grande. El desapego es el primer paso para eliminar el ego. Apaga la televisión. No te dejes manipular por los medios de comunicación interesados en poner constantemente huevos de cuco en tu mente.
7. Limita a la mínima expresión tus relaciones con los bancos.
No pagues nada a crédito. Nadie nos pide comportamientos heroicos. Si tienes una hipoteca tendrás que seguir pagándola, mientras puedas. Suprime el uso de tarjetas de crédito y no pagues ninguna comisión por la utilización de cajeros automáticos.
8. Procura no ahorrar.
No se trata de suicidarse económicamente. Sé precavido y ten previsto posibles contingencias económicas, pero más allá de eso, si te sobra el dinero compártelo con aquellos que lo necesiten. No te será difícil identificarlos.
9. Atiende a las señales de tu cuerpo.
Practica la medicina de alma y busca en tu interior el sufrimiento que lastra tu desarrollo consciencial. Escucha la voz de tu cuerpo y ponlo en sintonía de Amor con tu alma para sanarlo.
10. Práctica la sexualidad sagrada.
Descubre que el sexo es el más extraordinario intercambio de energía que existe y que es mucho más que el acto fisiológico de alcanzar un orgasmo.
En definitiva, lleva una vida sencilla anclada en la práctica activa del decrecimiento personal y los cuatro acuerdos que harán que seas impecable con tus palabras, que no te tomes nada personalmente, que no hagas suposiciones, que hagas siempre lo máximo posible y que ames incondicionalmente.
Solo una advertencia: A quienes pongan en práctica este decálogo se les puede poner cara de bobo. Yo lo llamo estar despierto y Amar Incondicionalmente.
Querid@s tod@s que también Soy Yo, buen viaje de regreso.
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