jueves, 22 de marzo de 2012

Gente despierta. Emilio Carrillo.

[ECarrillo.Mayo2011.JPG] 
Comparto en esta entrada un texto de Emilio Carrillo, publicado recientemente en su blog El Cielo en la Tierra, que es una hermosa y lúcida reflexión que nos invita a vivir el aquí y ahora confiando plenamente en la providencia. Como dice Emilio, viviendo para vivir la decisión de ser Yo Soy en lugar de yo soy.

http://emiliocarrillobenito.blogspot.com.es/


Nacer es “no-hacer”; Vivir es Vivir (“no-hacer”): Regreso al Paraíso.

La Humanidad ha creído hasta el momento presente que se nace para hacer y que “nacer” es sinónimo de “hacer”. Es un paradigma culturalmente muy arraigado el considerar que venimos y estamos aquí, en esta vida y en este mundo, para hacer cosas: lograr metas, alcanzar objetivos, producir, construir lo que sea,… Y en ese hacer -ligado inevitablemente a trabajos, empeños, esfuerzos, programaciones y controles- se busca la “realización” personal (cada cual según su “yo y sus circunstancias”), el sentido de la vida y hasta un sueño de porvenir colectivo en el marco de la denominada civilización.

Pero, Aquí y Ahora, la Humanidad vive de manera natural un Tiempo de Evolución. Así ya lo están sintiendo y experienciando en primera persona numerosos seres humanos. Por nuestra propia decisión consciente -desde nuestro Cambio Interior- y en un contexto de cambio de ciclo que también es cosmogónico, el viejo mundo ha empezado a derrumbarse y su Matriz a desconfigurarse. Y la dinámica de disolución de sus caducos paradigmas, como el citado de que se nace para hacer, es ya irreversible. En su lugar, emana de manera acelerada un Nuevo Mundo y una Nueva Humanidad que enraizarán en la Madre Tierra cual bella y fructífera cristalización del proceso de evolución en marcha.

Precisamente, una de las claves fundamentales para la plasmación efectiva de la reiterada evolución se halla en el discernimiento y la interiorización de que no se nace para hacer, sino para “no hacer”. De hecho, “nacer” es “no-hacer” (nacer=nohacer). Lo que puede ser expresado de otra forma igualmente hermosa y contundente: se nace para Vivir y Vivir, es sencillamente, eso, Vivir, no-hacer.

Esta afirmación resultará todavía inaceptable para muchas personas, pues choca frontalmente con uno de los ejes centrales del arcaico sistema de creencias de un viejo mundo que viene enseñando y educando en la tradición y el convencimiento de que Vivir significa ineludiblemente hacer. Por milenios, la gente ha vivido en esa idea, que ha sido fraguada desde la mente y que se trata, por lo mismo, de una mera creación mental. Prisionera de ella, el ser humano lleva siglos empeñando su vida y su “civilización” en hacer cosas y hasta hacerse “a-sí-mismo”.

La Creación es Perfecta.

Pero la creencia de que se nace para hacer sólo es verdad en la medida que mentalmente pensemos que lo es. Y, desde luego, no es Real. ¿Por qué?. Pues porque la Creación es Perfecta y cada uno de nosotros, el mundo y cuanto nos rodea es, igualmente, Perfecto. Ante lo cual, pensar que se nace para hacer significa asumir, consciente o inconscientemente, que la Creación se halla incompleta y que precisa para culminarse de la obra humana; o que nosotros (el género humano, el planeta,…) estamos “mal” o insuficientemente hechos y se requiere nuestra propia acción para paliar los errores y las carencias de la Creación.

Esta percepción ha ido en paralelo, no podía de ser otro modo, al creciente predominio de una visión de la vida y de la muerte cada vez más materialista, egocéntrica y soberbia y radicalmente ajena a nuestra esencia espiritual y divinal. Tan ajena, que hemos creído que el mundo (la Tierra, la Naturaleza, nosotros mismos,…) está mal hecho y se necesita que hagamos cosas para adaptarlo y acomodarlo a lo que nuestra vida demanda. Es decir, la Humanidad, en su deriva egóica, ha llegado a pensar (otra creación mental) que Dios no existe o que, si existe, está separado y fuera de nosotros y es tan chapucero y torpón como para que su Creación haya de ser reajustada y modificada por la mano humana. 

Sin embargo, lo Real es muy distinto: la Creación es Perfecta y no precisa de ninguna fe de erratas ni de ninguna corrección de errores. Todo es divino y todo se halla exacta y maravillosamente hecho –aquí, en la globalidad del Cosmos y en todas las Dimensiones, sin excepción- para que fluya el Amor y la Vida y para que la Felicidad sea el Estado Natural de cuanto vive y existe.

Hacer: la decisión de ser (yo soy).

Si el ser humano no se percata de esto es por su empeño de ser “yo soy”, en vez de “Yo Soy”, en el sentido recogido en recientes entradas de este Blog (ver, por ejemplo, Cuando no decido, cuando incluso no decido ser, publicada el pasado 9 de marzo); por su obsesión en pensar (creación mental) que debe y tiene que hacer cosas y que vivir se plasma en ese hacer; en definitiva, por una monumental vanidad que es la fuente de las auto-agresiones referidas en la entrada del 15 de marzo titulada Auto-castigos y auto-lesiones: ¡sólo vanidad!.

Antes de nacer (encarnar en el plano humano) nuestra dimensión espiritual es plenamente consciente que “Dios es yo y que yo soy Dios (Yo Soy) cuando ceso de ser yo (yo soy)”. Igualmente, conoce bien que el mundo (el Universo, el planeta, la Naturaleza, la Humanidad, cada cuerpo físico,…) es obra de Dios y, por tanto, una obra nuestra (del Dios que Somos y Todo Es) de absoluta Perfección. Y sabe que la encarnación (nacer) en esta Dimensión y plano no tiene otra meta o finalidad que la Vida misma (Vivir), esto es, experienciar el Yo Soy que Somos en un escenario (nuestra “casa” y “hogar” en Tercera Dimensión) divinamente configurado y, por tanto, amoroso, acogedor y perfecto, una espléndida manifestación de nuestra propia divinidad. La metáfora del Paraíso Terrenal es fiel reflejo de lo anterior y describe atinadamente el marco de felicidad, alegría, belleza, libertad y armonía para el que la Vida toda -y, desde luego, la vida humana- está diseñada y generada.

Sin embargo, el ser humano, en su proceso consciencial y en libre albedrío, optó hace tiempo por fragmentarse mental e ilusamente de la Unidad y Unicidad de Cuanto Es y, olvidando el Yo Soy que Es, decidió ser: yo soy. Y en esta decisión individual y colectiva radica la visión de que nacer es hacer y que vivir consiste en eso, en hacer; la percepción de que estamos aquí para hacer cosas, en lugar de, simplemente, Vivir (Yo Soy).

Siguiendo con la aludida metáfora, esta decisión de ser (yo soy) es la que provoca la expulsión del Paraíso. Pero nadie y menos el Dios que Somos desahució a la Humanidad del Edén, sino que se trató de un auto-exilio en la medida que el deseo de experienciar el yo soy (esta es la manzana que figuradamente comen Eva y Adán: la decisión y el deseo de ser, yo soy) reclama y exige un mundo bien distinto al Paraíso. Un mundo cuya configuración permita y posibilite vivir tal experiencia. Y la Creación es tan Perfecta que eso lo hace factible y un mundo así es que el hemos generado cual Matriz Holográfica desde nuestra dinámica consciencial ficticiamente separa del Yo Soy. En él, nos esforzamos en hacer, nos empeñamos en “ganar el pan con el sudor de nuestra frente” (cuando la Creación es Providencia y Abundancia), acometemos bricolaje en reparaciones absurdas que sólo consiguen distorsionar una “casa” y un “hogar” que son Perfectos y terminamos concibiendo la existencia como un Valle de Lagrimas en el que estamos exiliados y condenados a unos trabajos forzados que sólo nosotros mismos hemos elegido hacer al decidir ser (yo soy).

Vivir para Vivir (Yo Soy).

Pero Aquí y Ahora, que no por casualidad coincide igualmente con un cambio de ciclo cosmogónico, un número creciente de seres humanos han iniciado el regreso al Paraíso y, consciencialmente, están dando por finalizada la experiencia del yo soy. Y en cuanto el yo soy se diluye, el Yo Soy fluye y se hace presente de modo natural y espontáneo. Y el Yo Soy, en su Sabiduría Innata y Divina, Vive, no hace; y es Perfectamente Consciente de que Vivir es Vivir, no hacer, y que completamente todo (la vida entera y la absoluta totalidad de sus componentes) está divinamente creado y hecho para Vivir sin otro requerimiento, premisa o condicionante que Vivir.

En el desenvolvimiento del momento presente (eso que la Humanidad todavía llama “futuro” debido a que continúa atada a otra curiosa creencia de perfil puramente mental: la de la existencia del tiempo), miles de millones de seres humanos van abandonar el deseo de ser (yo soy) y, desde su Cambio Interior y el despliegue del Yo Soy, provocarán la evolución del género humano hacia una Nueva Humanidad en la Nueva Tierra que el ser vivo Tierra, por su parte, también está ya configurando. Su cotidianeidad estará presidida por lo que ya algunas personas están practicando: Vivir para Vivir (no para hacer). 

¿Qué es esto de Vivir para Vivir?. Tan acostumbrados estamos a vivir para hacer que hemos olvidado lo que es Vivir para Vivir. Pero no hay que pre-ocuparse: nuestro Corazón atesora ese conocimiento y lo vamos a redescubrir. Puede entenderse fácilmente subrayando que el Paraíso al que regresamos no se halla en ningún sitio concreto, sino en todo y, especialmente, en el interior de nosotros mismos. Y que para entrar en él, recuérdese de nuevo la metáfora, hay que estar ¡absolutamente desnudos!. Y estar desnudos es Vivir y no-hacer (ni siquiera colocarnos una hojita de parra): vaciamiento y desalojo interior de cualquier necesidad o requerimiento de “yo soy” y de lo que ello conlleva; confianza en la Providencia (que es nuestro propio ser divino y eterno); aceptación de todo y de todos sin estar en acuerdo o en desacuerdo con nadie ni con nada; fluir en el Aquí y Ahora con Libertad y Alegría, sin preocupaciones ni inquietudes y en Armonía con la Naturaleza; interiorización plena de la Perfección y de la Unidad y Unicidad de cuanto Existe y Es; Ser el Amor que Somos. ¡Vivir!: Yo Soy.

Nada hay que hacer, nada hay que decidir. Yo Soy Amor y Vida en el Aquí y Ahora y en la Unidad y Unicidad de una Naturaleza tan Viva como Divina donde todo, sin excepción, es Perfecto.

¡Deja de “hacer” y date la Gozada de Vivir para Vivir en el Aquí y Ahora de este Tiempo de Evolución!

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