He vivido recientemente en mis propias carnes algo que bien pudiera denominarse la antesala del salón de los espejos que profetizaron Los Mayas. Por razones que solo puedo atribuir a la providencia, me he visto inmerso, sin quererlo ni beberlo, en un conjunto de situaciones que para que mi yo soy (con minúsculas) se vea claramente reflejado y pueda escoger, en pleno ejercicio de libre albedrío, entre seguir siendo un ser pensante que en un instante puede destruir todo lo que le rodea (me viene a la memoria las palabras iniciales de una conferencia de Fran Ortega) o evolucionar hacia la integración armónica con
todo el universo, comprendiendo y tomando conciencia de que todo esta vivo y
que somos parte de ese todo y que podemos existir en una nueva era de
luz.
Y sé que ha sido así, porque ahora puedo vislumbrar que esas palpitaciones que sentía semanas atrás y que yo atribuía a mis dolencias cardiacas y que ocultaba a mis seres más queridos porque no encontraba explicación al hecho que todas las pruebas medicas que me habían realizado reflejaban una realidad bien distinta y yo achacaba a mi carácter hipocondriaco, no eran sino mensajes del cerebro que siempre ha habitado en mi corazón alertándome de los que se me venía encima. Obvia decir que esas palpitaciones desaparecieron en el mismo instante en que todo sucedió..
También interpreto ahora correctamente ese sueño en el que mi hija aparecía ante mi sin cabeza y no me parecía nada traumático sino todo lo contrario. Mi querida Paola interpretaba la recomendación budista de cortarnos la cabeza para hallar el vacío donde todo es quietud...
He sufrido en carne propia la que sin duda ha sido mi "noche oscura del alma" la metáfora con la que Juan de Yepes, como le gusta a mi querido Emilio referirse a Juan de la Cruz, nos recuerda que
la experiencia del amor de Dios no es siempre una experiencia
punta de la unión de toda la creación. En la noche oscura el
amor de Dios se acerca de una manera que parece negarnos. En la
noche parece que Dios está contra nosotros. Pero Juan sostiene y yo corroboro
que nada en el Amor es oscuro o destructivo, pero por quienes
somos y por la purificación que necesitamos se experimenta el Amor como oscuro.
Mi cuñado Antonio, un ser de Luz, empecemos a llamar a Todo por su nombre, me ha pasado en estos días, nada es casual, el vídeo que ha continuación podréis ver, si así resuena en vuestros corazones. Se trata de un trabajo, colgado en la red hace apenas unas semanas, realizado por el
Museo Americano de Historia Natural, que hace una espectacular reconstrucción informática simulando un
"viaje" desde la superficie de la Tierra hasta los límites del universo
conocido.
Desde su publicación,
casi dos millones de personas lo han visto ya en la web del museo, pero en
España este excepcional trabajo sigue siendo prácticamente
desconocido.
Lo que hace que este vídeo sea único y
diferente a la mayoría de los que se han hecho hasta ahora es que todo lo que en
él aparece está basado en datos reales. Es decir, que no se trata de un
vídeo "artístico" realizado según simples criterios estéticos, sino de una
auténtica reconstrucción, pieza a pieza, de todo lo que sabemos sobre el
universo en que vivimos.
Todo, desde las trayectorias de los
satélites que orbitan la Tierra, hasta la posición de todas las estrellas, galaxias
o lejanos quasares, está basado exactamente en los datos que tenemos
sobre cada uno de esos objetos. O para ser más precisos, en los datos del
Sloan Digital Sky Survey, que componen la que quizá sea la visión más
completa del universo de que disponemos hasta el
momento.
A pesar de todo, y debido a la posición
geográfica en la que se encuentra el telescopio de dos metros y medio del
Apache Point Observatory, en Nuevo México, que es el que utiliza el Sloan
Digital Sky Survey, existen zonas "oscuras", es decir, áreas del universo que
el telescopio, físicamente, no puede observar. Por eso, en el vídeo, la
distribución de las galaxias observadas tiene la forma de dos conos
unidos por la punta (el punto de unión es la Tierra), y el resto aparece en
negro.
En total, el trabajo comprende casi un
millón de galaxias y más de 120.000 quasares. El viaje, que comienza en el
Himalaya, termina en el límite mismo de lo que podemos observar con los
instrumentos más potentes de que disponemos, los ecos del Big Bang, a 13.700
millones de años luz de distancia, y sirve para que todos nos demos
cuenta, de una forma directa y visual, de lo insignificantemente pequeño
que es nuestro mundo, incluso nuestra galaxia, si se compara con todo lo
que hay "ahí fuera"…
Este vídeo, que en otro momento de esta existencia mía posiblemente se hubiera quedado en la contemplación de algo bello, sin embargo, en mi aquí y ahora, es un aviso más, una llamada más del despertador, para optar, en plena libertad, entre el camino A o el camino B. Espero que cuando entremos en la ansiada primavera consciencial tenga bien meditada mi respuesta y lo que deseo para mí, lo hago extensivo a todas las mujeres y a todos los hombres que pueblan esta Gaia que nos acoge. Que así sea.
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