PUBLICADO EN ABC 15/6/2011.
J DE JORGE. MADRID.
En
los últimos años, los astrónomos han conseguido observar cada vez más
lejos en el espacio y en el tiempo. Con la ayuda de los telescopios más
poderosos del mundo, han detectado miles de millones de galaxias a años
luz de distancia que existían cuando el
Universo tenía apenas una fracción de su edad actual. Sin
embargo, la detección de los agujeros negros gigantes
que los científicos creen que se esconden en los centros de las
galaxias ha demostrado ser mucho más difícil. Ahora, un equipo de
astrónomos ha descubierto los agujeros negros más
primitivos jamás detectados, a pesar de que están ocultos a la
vista por sus galaxias anfitrionas. El
más lejano se encuentra nada menos que a 13.000 millones de años luz de
la Tierra. La investigación aparece publicada en la revista Nature.
El
equipo, en el que han participado investigadores de varias
universidades norteamericanas, entre ellas la de Yale, midieron la tasa
de crecimiento de los agujeros negros y descubrieron que estos crecieron y evolucionaron a la par con sus galaxias,
algo que los astrónomos habían observado a nivel local, pero que no
sabían si ocurriría en los confines del Cosmos.
«Este
descubrimiento nos dice que hay una relación simbiótica entre el
agujero negro y sus galaxias que ha existido desde los albores del
tiempo», ha explicado Kevin Schawinski, astrónomo de la Universidad de
Yale que ha contribuido al descubrimiento.
El
equipo utilizó una técnica llamada «acumulación» con el fin de detectar
las señales increíblemente débiles emitidas por los agujeros negros
centrales de las galaxias. Consiguieron encontrar, nada menos, que la
señal de un agujero que se encuentra a 13.000 millones de años luz de la
Tierra. Debido a su gran distancia, los astrónomos pueden ver estos
objetos tal como existían a menos de mil millones de
años después del Big Bang, la gran explosión que dio origen al
Universo.
Más de 250 galaxias
Los
astrónomos examinaron más de 250 galaxias que habían sido previamente
detectadas por el telescopio espacial Hubble y que
consideraban buenas candidatas para albergar un agujero negro en su
centro. A continuación, echaron mano de las imágenes tomadas por el observatorio
orbital de rayos-X Chandra, lo que consiguió multiplicar las tenues
señales que los agujeros negros emiten cuando devoran el gas y el polvo
que se encuentra a su alrededor.
Los
cosmólogos creen que estos primeros agujeros negros han crecido y
evolucionado junto con sus galaxias anfitrionas, de forma similar a lo
que ya se había observado en el universo cercano. «El
agujero negro muy masivo ya existía hace 700 ó 800 millones de años
después del Big Bang, lo que sugiere que o bien nacieron ya
masivos o experimentaron un rápido crecimiento», explica Priyamvada
Natarajan, uno de los científicos que han examinado los datos.
«Cualquiera de los dos escenarios nos dice mucho más de lo que sabíamos
con anterioridad, lo cual es muy emocionante», afirma.
La
investigación no parará aquí. El equipo espera utilizar el observatorio
Chandra para analizar un área del espacio todavía más amplia y poder
comprobar sus teorías.
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