PUBLICADO EN ABC 15/6/2011
POR JOSE MANUEL NIEVES.
A
sólo 750 años luz de la Tierra, una jovencísima protoestrella está causando sensación entre los
astrónomos. La razón es que este sol recién nacido y aún envuelto en la
nube de gas y polvo en la que se formó está, literalmente, regando el espacio a su alrededor con ingentes cantidades de
agua. A través de dos gigantescos chorros, uno en cada polo, la
nueva estrella se está desprendiendo, a cada segundo, del equivalente a cien millones de veces el caudal del Amazonas.
La
estrella, que no tiene más de cien mil años (muy poco tiempo en una
vida que puede durar miles de millones de años), se encuentra en la constelación de Perseo y es de la misma clase que
nuestro Sol, lo que hace que los investigadores se pregunten si también
el astro que alumbra la Tierra tuvo, en su infancia, un comportamiento
parecido.
El
trabajo de investigación, que será publicado en la revista Astronomy
& Astrophysics, ha sido liderado por Lars Kristensen, astrónomo de
la Universidad holandesa de Leiden, quien asegura que la velocidad a la
que es expulsada el agua "alcanza los 200.000 km. por hora, cerca de 80 veces más rápido que las balas disparadas por
una ametralladora".
El agua a gas, y al revés
Para
captar las firmas características del oxígeno y el hidrógeno (los dos
componentes del agua), el equipo liderado por Kristensen utilizó los
instrumentos de infrarrojos a bordo del Observatorio Espacial Herschel. Y una
vez localizadas esas dos clases de átomos fundamentales, los
investigadores los siguieron hasta dar con la estrella en que se
formaron.
La
primera conclusión de Kristensen es que el agua se formó allí mismo, en
la estrella, a unas temperaturas de unos pocos miles de grados. Sin
embargo, y al ser ese agua expulsada violentamente hacia el espacio, se
encontró con áreas mucho más calientes, incluso a más de 100.000 grados.
Unas condiciones infernales que devolvieron el agua a su estado
gaseoso.
Pero
una vez que esos gases llegaron a las capas externas (y mucho más
frías) de la nube de material que rodea a la protoestrella, a unas 5.000
veces la distancia que separa la Tierra del Sol, su carrera se frenó,
creando un "frente de choque" en el que los gases pudieron enfriarse
rápidamente, condensarse y volver a convertirse en agua.
También en el Sol
El
descubrimiento podría significar que estos fenómenos constituyen una
fase normal dentro del proceso de crecimiento de las estrellas. Y que
también nuestro Sol podría haber "jugado con pistolas
de agua" durante su más tierna infancia.
En
palabras de Kristensen, "solo ahora empezamos a entender que todas las
estrellas como el Sol pasaron, probablemente, por una fase muy
energética cuando eran muy jóvenes. Y que es en ese momento de sus vidas
cuando expulsan un montón de material a gran velocidad. Ahora sabemos
que una parte de ese material es agua".
Un
agua, por cierto, que podría haber contribuido a "sembrar" el medio
interestelar con todos, o una buena parte, de
los ingredientes necesarios para la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario