La
relación entre lo espiritual y material es la asociación entre lo
divino y humano. Es una asociación sagrada cimentada en el amor
incondicional, en la cual cada parte contribuye igualmente a un camino
compartido de ascensión. El humano no es un vehículo inferior,
imperfecto ni indigno para el espíritu. Y el espíritu no es separado,
inalcanzable ni desconectado del humano. El velo que existe entre lo
espiritual y material se basa en el miedo y cuando están dentro de su
ser, enteros y completos, sirven al espíritu y a sí mismos, porque se
despierta fuertemente su asociación.
Hay un aspecto de servicio en el viaje humano por el mundo material, que es el vehículo mediante el cual el espíritu puede expresar sus energías. Este es un viaje compartido cuando al espíritu se le proporciona la oportunidad de participar, pero eso requiere la aceptación de las energías materiales. Cuando esto no está presente, la humanidad lucha sola en la tercera dimensión, sin la ayuda del espíritu, y la experiencia es difícil y dolorosa. Nunca fue la intención que recorrieran este camino solos, sin guía y sin el beneficio de su asociación espiritual.
La humanidad se ha visto a sí misma como estando al servicio del espíritu, pero en el aspecto de disolver las energías negativas a través de su propio sufrimiento y adoptar el concepto del sanador martirizado para traer sanación al mundo. Sin embargo, ésta nunca fue la intención del espíritu y cualquier zona de separación es creada por el miedo. La pregunta que hay que hacer es “¿Dónde me he desconectado yo del espíritu?”, en lugar de “¿Se ha desconectado el espíritu de mí?” No es posible estar desconectados del espíritu, sino que es a través del refuerzo del velo, por medio del miedo, que se crea la percepción de desconexión.
El miedo bloquea el flujo de energía del espíritu a lo material, separando lo humano de lo divino y creando la percepción de estar desconectados. Cuando están viviendo desde todos los aspectos de su ser, constantemente conscientes de la presencia de su yo como un ser integrado, divino, poderoso, plenamente arraigado en sí mismo, se crea totalidad y se hace posible la conciencia del espíritu al sentir el flujo del amor incondicional y experimentar el despliegue del proceso de la vida milagrosa. Esta conexión es esencial para la ascensión, como lo es estar plenamente integrados dentro de sí mismos y recordar la asociación espiritual que siempre está dentro de ustedes, esperando su invitación para iluminar su camino.
Hay un aspecto de servicio en el viaje humano por el mundo material, que es el vehículo mediante el cual el espíritu puede expresar sus energías. Este es un viaje compartido cuando al espíritu se le proporciona la oportunidad de participar, pero eso requiere la aceptación de las energías materiales. Cuando esto no está presente, la humanidad lucha sola en la tercera dimensión, sin la ayuda del espíritu, y la experiencia es difícil y dolorosa. Nunca fue la intención que recorrieran este camino solos, sin guía y sin el beneficio de su asociación espiritual.
La humanidad se ha visto a sí misma como estando al servicio del espíritu, pero en el aspecto de disolver las energías negativas a través de su propio sufrimiento y adoptar el concepto del sanador martirizado para traer sanación al mundo. Sin embargo, ésta nunca fue la intención del espíritu y cualquier zona de separación es creada por el miedo. La pregunta que hay que hacer es “¿Dónde me he desconectado yo del espíritu?”, en lugar de “¿Se ha desconectado el espíritu de mí?” No es posible estar desconectados del espíritu, sino que es a través del refuerzo del velo, por medio del miedo, que se crea la percepción de desconexión.
El miedo bloquea el flujo de energía del espíritu a lo material, separando lo humano de lo divino y creando la percepción de estar desconectados. Cuando están viviendo desde todos los aspectos de su ser, constantemente conscientes de la presencia de su yo como un ser integrado, divino, poderoso, plenamente arraigado en sí mismo, se crea totalidad y se hace posible la conciencia del espíritu al sentir el flujo del amor incondicional y experimentar el despliegue del proceso de la vida milagrosa. Esta conexión es esencial para la ascensión, como lo es estar plenamente integrados dentro de sí mismos y recordar la asociación espiritual que siempre está dentro de ustedes, esperando su invitación para iluminar su camino.
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